Platicando con una gran amiga, salio a colación este tema, comentandome de su miedo a no saber que es lo que tenía que hacer con su vida, si dedicarla a la enseñanza, a su profesión, o la musica. Me resultó obvio que tenía miedo de equivocarse y no ser feliz, tenía miedo de la rutina, miedo de las responsabilidades, miedo de llevar una vida aburrida y esclavizante. Mi corazón deseó brindarle la mejor explicación que la apoyase en su situación y así surgio este escrito.
El problema de la rutina es un problema serio, estamos obligados a cuidar de nosotros mismos, estamos obligados a sobrevivir, a obtener dinero, pero que se puede hacer con la rutina?, como escapar de ese destino? El meollo del asunto es como siempre, la individualidad, nuestras vidas se hacen grises y tediosas porque creemos que nuestras vidas son un proyecto individual de nosotros mismos, decimos: es mi proyecto de vida, yo soy el amo de mis decisiones, pero esa es una conclusión que hacemos impulsivamente sin detenernos a examinar lo que nos dice la realidad.
Siempre que tomamos una decisión sentimos la incertidumbre de si es la decisión correcta o es un error que nos hará sufrir o incluso morir, siempre sentimos esa incertidumbre y eso nos hace sentir solos y tristes cual hoja al viento. Nuestro error es creer que las decisiones son nuestras, lo son y sin embargo no lo son, en realidad es algo más complejo que eso. No tomamos decisiones porque así lo elijamos, tomamos decisiones porque así fuimos creados los seres vivos, pero sobre todo porque las circunstancias nos obligan, el espíritu nos obliga a tomar decisiones presentandonos circunstancias adversas...
El hecho es que el espíritu nos presiona a través de circunstancias materiales adversas, y eso nos obliga a examinarlas y analizarlas racionalmente, el problema es que la mente siempre deduce varias posibles decisiones (así fue creada la mente) y es ahí donde se ve imposibilitada a decidir, y todo por una razón: la mente no puede sentir, la mente examina y evalua, pero no siente, y para tomar una decisión apropiadamente hay que sentir lo que la realidad está sintiendo...
Tomar una decisión correcta implica entender las circunstancias, de hecho las circunstancias son la forma en que el espíritu nos dice que es lo que él quiere que hagamos, las circunstancias nos dicen en si mismas cual es la decisión correcta, así que en realidad la decisión correcta ya ha sido declarada por el espíritu desde un principio, pero no abiertamente, sino de una forma velada, encubierta, implicita, nos corresponde a nosotros deducir y descubrir cual es la decisión que el espíritu desea que elijamos, a este proceso se le llama tomar conciencia.
El espíritu nos presenta sus decisiones en dos formas: primero en forma indirecta como circunstancias, y luego en forma directa como sensaciones, pero el exige por motivos propios que uno tenga acceso primero a la forma indirecta-racional y después a la directa-intuitiva. Es así porque la forma indirecta-racional nos llena de incertidumbre y eso nos despierta, el dolor nos despierta, es entonces que la forma directa-intuitiva debería de activarse y darle alivio a nuestra incapacidad de decidir.
Pero no sucede así, ¿porque?, porque nos aferramos a creer que nuestras vidas son un proyecto individual, y no es así, nuestras vidas son un proyecto universal, son un proyecto propiedad del universo, los derechos reservados son del espíritu, es ridiculo creer que uno es el creador de su propia vida, uno no es el creador, sino el instrumento con que se crea el proyecto de nuestras vidas, la mente, el yo, no es el creador, sino el instrumento.
Que implica esto? implica que para tomar una decisión correctamente hay que estar dispuesto a morir en ese instante, morir no significa ponerse frio y tieso, sino que significa renunciar a la individualidad, hay que estar dispuesto a morir por nuestras decisiones, estar dispuesto a renunciar a mi proyecto de vida en beneficio del proyecto universal, significa hacer lo que es mejor para el todo de seres que es el universo, de seres vivos y no vivos.
A veces lo mejor para el todo es no hacer nada uno mismo, a veces es actuar de inmediato, eso no lo puede saber la mente porque ella no puede sentir la realidad, saber cuando lo mejor para el todo es actuar o no hacer nada es responsabilidad exclusiva del corazón.
La cosa no es simple, aún necesitamos sentir que tenemos un proyecto de vida individual, de hecho no podemos evitar sentirlo, cuando nos enfrentamos a las circunstancias adversas, nos vemos obligados a luchar por sobrevivir, a pensar, a analizar, a razonar, a preocuparnos y a ser egoistas y egocentricos, eso es natural y sano hasta que nos enfrentamos a las encrucijadas, allí hemos llegado al límite de la individualidad, porque la individualidad está separada del todo (por eso es individual) y no puede sentir la realidad, es entonces cuando debe sacrificarse, debe renunciar a su proyecto de vida, debe morir para que el corazón tome el mando y decida cual es la mejor decisión.
La mente, la individualidad no puede lograr nada sin el corazón, sin el corazón la vida de la individualidad es triste, solitaria y muy aburrida, sin el corazón la vida de la individualidad es esclavitud, sólo muriendo se puede dar libertad al espíritu, sólo muriendo se puede ser feliz, pero la individualidad nos hace un gran favor, porque nos torna concientes de esto.