La muerte de mi Papá fue algo muy hermoso, allí estuve ayudándolo en sus últimos momentos, le ayudaba a respirar cuando sus pulmones se detenían, así pudo aguantar hasta que todos mis hermanos estuvieron presentes. Estaba preocupado por él, pero no estaba aterrorizado ni paralizado, actué con total concentración y no me dieron miedo sus convulsiones ni sus rictus de dolor, he estado demasiadas veces en ese trance como para saber que el dolor es pasajero y que lo que cuenta es actuar sin dudar.
Discutimos en la familia que más se podía hacer e intentamos todavía mantenerlo, pero todas las señales indicaron que ése era el fin, mi Papá se dio cuenta de ello e hizo una señal, puesto que ya no podía hablar, de que lo dejáramos ir, él simplemente se serenó totalmente y se dejo ir, ya no se convulsionó, ya no sintió dolor, simplemente aceptó su destino de una forma valiente, con el corazón, y mirando a mi hermana la mayor se despidió del mundo con su corazón lleno de amor. En ese instante mis preocupaciones cesaron y me embargó una serenidad inusitada, sabía que se había ido, pero no sentí dolor, ni miedo, ni ira, me sentí muy sereno, casi ajeno. Mi Mamá y mis hermanas comenzaron a llorar, pero yo no sentía dolor, puesto que yo sabía por todas mis visiones qué era exactamente lo que le había sucedido.
Me levanté de su lado, para permitir que mi hermano se acercara, y él empezó a llorar, yo entonces sentí la necesidad de hablarle a mi Papá, de despedirme de él, y le dije las cosas más hermosas que jamás me imagine hubiese podido decirle, ya un día antes le había dicho lo mucho que lo quería y lo agradecido que estaba con él, además de explicarle de que él fue quien me inculcó el amor al misterio, pero en ese momento, después de su muerte, mi mente ya no estaba al mando de mis palabras, así que mi corazón tomo el control y la verdad ya no recuerdo todo lo que dije, pero algo que me conmovió profundamente fue el haberle dicho que no deseaba que nadie más hubiese sido mi Papá, y mientras le hablaba me embargaba un amor sin límites y las lágrimas rodaban por mis mejillas, pero no lloraba de dolor, ni de miedo, ni de ira, lloraba de amor, lloraba porque finalmente mi corazón se libró de las restricciones de mi mente y al fin era libre para amar a mi Papá tal como debía de ser.
No sentí horror de la muerte, puesto que yo la conozco bien, tampoco sentí rabia por la intransigencia de la muerte o de mi Papá puesto que comprendo bien las razones, ni sentí tristeza de perder a mi Papá, puesto que yo sé amar a través de la muerte, así que no sentí su ausencia, estoy tan conectado con la muerte que no sentí la ausencia de mi Papá, para mi simplemente mi Papá se transformó en el hermoso misterio (el espíritu, la muerte), y me basta con poner mi atención en el hermoso misterio para estar con mi Papá. Un día después, en la noche, desperté dentro de mi sueño y llamé al hermoso misterio, no tardó ni tantito en estar conmigo, allí estaba abrazándome, susurrándome, y yo lo besé y lo acaricié y sabía que habia un gran amor entre nosotros dos, yo sabía que dentro de él estaba mi Papá, en él está la infinidad de todos los seres, así que no siento su ausencia.
Muchas amistades me comentaron que yo me veía muy tranquilo, pero me advertían que “hacerme el fuerte” podría tener consecuencias graves para mí. Yo la verdad no soy dado a “hacerme el fuerte”, todo lo contrario, siempre me he considerado débil. Lo que estoy haciendo no es negar la muerte de mi Papá, ni aparentar una alegría fingida, lo que en realidad estoy haciendo es aceptarla con el corazón prescindiendo tanto como sea posible de los miedos de mi mente, y simplemente para el amor del corazón la ausencia no existe, la ausencia solamente existe para la mente y sus análisis materialistas que separan lo real de lo irreal, lo material de lo imaginario, lo existente de lo inexistente. Vi como mis familiares y muchas amistades lloraban cuando se enfrentaban al cuerpo sin vida de mi Papá, mientras que cada vez que yo lo miraba me llenaba de un amor profundo y delicioso, mi corazón se llenaba de gozo de su existencia, ya no en vida sino dentro del hermoso misterio, dentro del amor eterno-poder infinito. Me sentía feliz y lleno de risa y fuerza, tenía tantas ganas de danzar y hacer bromas, porque mi corazón se abrió tanto que se fundió con el corazón de mi Papá, el corazón del hermoso misterio…
Muchas personas han venido a mi a expresarme sus condolencias, pero no se imaginan el hermoso momento que estoy viviendo, ni se imaginan que no soy un ser débil y sufriente, no podrían jamás comprender que poseo una fortaleza inmensa no en mi orgullo, ni en mi ego, sino en mi corazón. Mi fortaleza no es artificial, mi fortaleza es producto de la enorme conexión que tiene mi corazón con el espíritu, de mi amor sincero y puro por el hermoso misterio, por la muerte. Mi fortaleza no es prepotencia ni fanfarronería, mi fortaleza es el amor verdadero que mi corazón entrega todo el tiempo a mis seres amados, al hermoso misterio.
El domingo fui a ver la TV y mis sobrinos estaban viendo el señor de los anillos, pero mientras la veía me empecé a dar cuenta de que empezaba a sentir la perdida de mi padre, empecé a sentir su ausencia, así que preferí no ver más la TV. En esa película se sublima la maldad, el horror, el sufrimiento, lo perverso, la crueldad, esa película expresa un exacerbado horror y odio a la muerte, para su autor como para sus fans, la muerte es horripilante, espantosa y malvada, y eso hace que las personas se alejen y aíslen de la muerte, así que se aíslan del espíritu, lo que degenera en el sentir de la ausencia, de la pérdida, de la tristeza, del horror y del odio.
Otro día nos platicaba la Abuela Lyna de Canadá de lo sanador que había sido para ella ésta experiencia, ya que recientemente perdió a tres de sus familiares, pero allá en Canadá, debido a la influencia cristiana, los funerales son algo muy triste y deprimente, en cambio presenció la alegría y el amor que envolvieron al funeral de mi Papá y ella sentía que finalmente comprendía y aceptaba las pérdidas que había tenido, es evidente que la religion nos enseña a sufrir y a temer, pero no a amar. Otra amiga comentaba que antes le asustaban los funerales y esas cosas pero que ahora al ver a las Abuelitas aceptar con tanto amor la pérdida de sus seres queridos se sentía con mayor confianza de manejar este tipo de situaciones. Yo le comenté que su miedo se debía a que antes miraba a la muerte a través de su mente y por eso antes estaba tan llena de miedo, pero que ahora miraba a la muerte a través del corazón y por eso ahora veía en la muerte de un ser querido una vivencia de amor.
La muerte de mi Papá ha sido para mí una lección más del Espíritu, he comprendido que lo que en realidad muere es la mente, el yo, el ego, la individualidad, el aislamiento, en cambio el corazón permanece eternamente. Al momento de morir nuestra mente es desintegrada y perdemos nuestra individualidad porque nos fundimos con el todo, la mente es transitoria y fácilmente destruible, nuestro corazón en cambio se funde al corazón del todo, al espíritu, se expande hasta el infinito, el corazón es eterno e indestructible, porque simple y sencillamente no tiene límites ni forma como la mente, así que es infinito. El corazón es una forma de conciencia muy diferente a la de la mente, la mente es más bien controladora y limitadora, llena de miedos, siempre alerta, el corazón es expansivo y creador, lleno de pasión, siempre sereno, el corazón no es conciente así como la mente es conciente, sino que el corazón es conciente así como el universo es conciente… Los seres que han muerto no son concientes así como los humanos somos concientes (individuos llenos de miedos y ambiciones sin freno) los seres que mueren son concientes a través del universo conciente (conciencia infinita sin individualidad, sin separación del todo, llena de serenidad, firmeza y amor).
El corazón de mi Papá se fundió con el corazón del infinito, eso es lo que siento con absoluta certeza, lo comprendo no con la mente, sino con el corazón. Ya el amor que sentía por una amiga me había ayudado a sentir amor por el misterio de la muerte, pero ahora el amor que siento por mi Papá y su partida me han llevado a amar al infinito sin límites, siento al corazón de mi Papá expandido por todos los rincones del universo y eso me parece maravilloso y sorprendente, y yo me siento tan feliz y enamorado… Que ser tan hermoso es el corazón del universo, que ser tan hermoso es el corazón de mi Papá… El amor por mi amiga me ayudó a sentir el amor por el misterio del fin, mientras que la partida de mi Papá me ha llevado a sentir amor por la infinitud del misterio, me ha tornado conciente de la infinitud de lo que existe. Siempre tuve dificultades para imaginarme un universo infinito, ahora no necesito imaginarlo, porque ahora lo siento con mi corazón…
La muerte no es el fin de la conciencia, sino sólo el fin de la mente, del ego, del individuo, la mente es limitada tanto en tiempo como en espacio, mientras que el corazón es eterno y es infinito, pero no es que seamos inmortales, sino más bien es que la muerte libera al corazón, la muerte es la liberación total del corazón, la muerte es el acto de amor más grande que existe, porque se rompen todas las barreras (mente) que limitan al corazón, que limitan al amor… La mente siempre esta luchando por sobrevivir y mantener las barreras que la separan del todo, el corazón siempre esta luchando por morir y fundirse con el todo… La mente existe para intensificar la conciencia, el corazón existe para darle verdad a la conciencia.
Cuando estés solo, cierra tus ojos y observa todo lo que tu cuerpo percibe, las lucecitas, los zumbidos, las sensaciones en tu cuerpo, todo eso es el hermoso misterio, el espíritu, la muerte. Cuando morimos todas esas percepciones se magnifican hasta fundirse y hacerse ensordecedoras y brutales, y nos jalan, nos invitan a unirnos a ellas en su éxtasis de poder infinito. La verdad es que todos somos videntes, todos podemos ver al espíritu con sólo cerrar los ojos, pero muy poquitos lo saben, así que olvídate de las dudas y entrégate a convivir y platicar con ese ser llamado el hermoso misterio, cierra tus ojos y platica con el ser que te dio tu vida y que te ha dado todo el amor que has recibido, el ser que te llama todo el tiempo a unirte a él, a fundirte con él en un abrazo de amor eterno y poder infinito.