Explicaba a una amiga danzante que si bien era importante estar en el momento, para disfrutar y ser feliz, también era muy importante pensar en el pasado y en el futuro. Ella ama la danza y sabe lo absorbente e inmediata que es, le explicaba que cuando uno danza, uno necesita estar absolutamente en el momento, porque si no lo hace, pierde el paso, se equivoca o incluso se puede tropezar y lastimar. La danza es así, te exige tu total atención y no te permite pensar, para poder hacerla bien.
Hay muchos momentos en la vida cuando te enfrentas a encrucijadas en el camino, a un punto donde te encuentras con muchos caminos que van a distintas partes, pero que no sabes cual es el más apropiado para ti o el menos peligroso. Es en esos momentos en que la vida te exige pensar en el pasado para recordar los errores y aciertos pasados, y pensar en el futuro para imaginar los posibles lugares a donde te llevará cada camino. Y entonces debes elegir uno y sólo uno, la vida no nos permite más.
Una vez que uno ha elegido un camino, entonces debes ir por ese camino danzando, sin pensar, porque si piensas te tropiezas y caes. Debes ir por el camino danzando, hasta que te encuentras otra encrucijada y ahí justamente estas obligado a detenerte y a examinar, analizar y decidir tu nuevo camino. Así es nuestro destino, y es sagrado porque así lo eligieron las fuerzas mágicas que gobiernan este mundo.